¡Amigo
mío de la izquierda!
No como ‘captatio benevolentiae’, sino con toda
franqueza y sin reserva le confieso que usted me cabe bien, ¡usted es
todo un hombre! Habría podido debatir anoche con usted ante el millar
de espectadores alocados, ya que tuve la sensación de que aquí
la cuestión esencial de nuestra solidaridad y de nuestra divergencia
ante el forum de los trabajadores alemanes, que hace poco solicitaba, se había
cortado. Y por esta misma sensación le escribo estas letras.
Usted
habrá descubierto ya claramente de qué se trata. En las causas
nosotros hemos llegado a un acuerdo. Ninguna persona de ideas rojas querrá
negar hoy el derecho del movimiento obrero. Se camina de este modo por la vía
y por la formulación de la meta final de este movimiento. Salidos de la
necesidad y la miseria permanecen hoy como muestras vivientes ante nosotros de
nuestro desgarramiento e impotencia, de nuestra falta de coraje de sacrificio
nacional y de voluntad de futuro. Nosotros no necesitamos más de ello
para mantener, si la exigencia de los trabajadores está dirigida por el
equilibrio social, como nosotros no necesitamos mantener para nosotros mismos
si el cuarto estado privado de derechos debe o tiene que vivir o no.
Nacional
o internacional en vía y meta: ahí está el debate. Ambos
luchamos honrada y firmemente por la libertad y sólo por la libertad;
queremos como última realización la paz y la comunidad; usted
para el mundo, yo para el pueblo. Que este objetivo no puede ser logrado en
este sistema, es para ambos claro y manifiesto. Hoy hablar de tranquilidad
significa cavar la tumba a la patria; la paz en este Estado es pacifismo y
cobardía. Usted y yo sabemos que en un Estado, un sistema interiormente
mentiroso lo lleva a la ruina, y que de este modo deberá ser combatido
y sacrificado por un nuevo Estado. A la cobardía burguesa de la
negro-roja-amarilla socialdemocracia podríamos haberle dicho ayer a ese
respecto cuatro verdades.
Hasta
aquí estaríamos de acuerdo.
No
necesito insistir ante usted que para mí pueblo y nación
significan algo distinto que para el señor locuaz con barriga y con un
apretado reloj de bolsillo, que aceitoso y pulido, la diluida frase de los
Stresseman y Hergt resume fonográficamente. Pueblo, esto es, nosotros,
usted y yo, el millar que ayer nos miraba con devoción, los millones
que están con nosotros con la misma sangre y con el mismo espíritu.
Nación es la unión orgánica de estos millones en una
comunidad de necesidad, de pan y de destino. El pueblo vive un anhelo por la
nación. Formar la nación como una comunidad de necesidad, de pan
y de destino es nuestra primera meta. La segunda meta sigue a esta primera por
fuerza y como de ella misma: la libertad de la nación. Por esta
libertad deberá luchar el pueblo y luchará necesaria y
naturalmente, si se ha convertido en nación.
Usted alaba Rusia como el país de la solidaridad internacional y
presenta la Rusia soviética de hoy como la que nunca fue. Esto, que
usted denomina la Internacional bolchevique de Moscú, es Pan-eslavismo
en la forma más clara y característica. Yo no pienso por ello
unirme al carro de mentirosos burgueses o ignorantes. Rusia, el bolchevismo
ruso, no está ante la desmembración. Sin embargo, a pesar de
ello no sostiene el sistema de los soviets ruso porque es bolchevique, porque
es marxista, porque es internacional, sino porque es nacional, porque es ruso.
Ningún Zar ha comprendido al pueblo ruso tan en su profundidad, en su
miseria, en sus instintos nacionales, como Lenin. Dio al campesino ruso lo que
éste se había representado bajo el bolchevismo: libertad y
propiedad. Con ellos hizo al estado autóctono, al campesino,
sustentador propio del nuevo sistema. Tan odioso al campesino ruso es el judío,
junto al judío soviético, tan ferviente es partidario de la
reforma agraria, tan ardiente yace su país, su fundamento y suelo.
El comunista alemán ve el Bolchevismo así, como el capitalista
judío del Oeste sólo puede desear: ideológico, teórico,
con odio infernal contra los enemigos de su idea, no práctico, sin
sentido por la verdadera realidad, justamente como idea sin consideración
sobre la posibilidad de su finalidad práctica. No es por nada que es un
hijo del pueblo, el poeta y el pensador. Ve en Rusia la célula
germinativa para un estado mundial marxista, mientras que en realidad es sólo
la célula germinativa para una nueva división nacional de los
estados de Europa.
Recapitulo: Lenin sacrificó Marx y dio por ello a Rusia la libertad.
Usted quiere sacrificar la libertad humana por Marx.
También el judío ruso ha reconocido claramente la apremiante
necesidad de un Estado nacional ruso y se ha preparado anticipada e
inteligentemente para ello. Si, desde principios prácticos, si, con
segundas intenciones, ¿quién puede saberlo? ¡Sin duda! De
todas formas tiene que aullar con los lobos. Y corrompe por ello el Kantus al
judío capitalista occidental. Por ello el incubante odio occidental
contra la Rusia soviética. La bolsa no puede y no deberá tolerar
un estado nacional y el judío internacional-bolchevique no está
con la suficiente seguridad contra una Rusia nacional-bolchevique.
Ayer circuló usted por la cuestión judía como los gatos
por las pastas. Sé porqué. Por favor no me rechace. No queremos
simular nada el uno al otro. Usted es antisemita como yo. Usted todavía
no quiere responder. El judío en el comunismo puede existir en todo
caso. El judío en el Estado nacional-bolchevique es un sin sentido.
Esto él lo sabe mejor que nadie... La cuestión judía,
también en el bolchevismo, es más complicada de lo que se
piensa. No será tan inverosímil que sean uno y el mismo el judío
capitalista y bolchevique. Quizás en el efecto final, sin embargo jamás
en la praxis diaria...
Para el ciudadano alemán el bolchevismo empieza con la exigencia del
sacrificio personal. Todo, todo el bolchevismo está en ello, lo que
deposita de cualquier manera la mano en su monedero.
Políticamente solo correcto y verdadero, esto significa para él
que ningún bolchevismo es la única garantía de sus
bienes. Le veo reírse; sí, podemos reir juntamente. Esto es
vulgar, vil, asqueroso, irresponsabilidad nacional en el más verdadero
sentido de la palabra. Yo silbo con usted sobre las frases nacionales detrás
de las cuales no existe una voluntad de sacrificio. El bolchevismo empieza
primero con la preparación de las papillas internacionales. Él
no tiene nada pero nada que ver con la grandeza de los sacrificios reclamados
de los poseedores. Pues podemos y debemos todo, exigir todo, si se reclama la
libertad de la nación.
Lo que usted ayer hablaba de la fraternización internacional, amigo mío,
es un sin sentido, y usted lo sabe seguramente tan bien como yo mismo.
¿Pues cree usted realmente en la voluntad de solidaridad proletaria del
pueblo ruso? ¿Usted nunca ha pensado, que si Rusia está de parte
del proletariado alemán, es porque en él ve el primero y el más
importante factor para la estabilización de su existencia nacional? No
hay un rublo que trabaje en el comunismo alemán sobre el cual no esté
la palabra "Rusia" como programa.
Luego el trabajador alemán sólo será libre si él
mismo se libera, por su propia fuerza, y él sólo lo hará,
si no puede soportar más las cadenas que lo esclavizan.
Usted se entusiasma con la Internacional, sin que ella en su más
profundo sentido pueda ser conceptualizada. Cuanto más corrupto es un
sistema, más internacionales son sus condiciones. ¡Su y nuestro más
encarnizado enemigo, la democracia, el dinero, es internacional! Intenta engañar
al luchador por la libertad de esta Internacional, porque sabe que además
es invencible.
El camino para la libertad camina sobre la Nación. Cuanto más
unida sea esta Nación, más fuerte e invencible la voluntad de
libertad. Disponer esta apasionante voluntad de libertad nacional en marcha,
es la misión del Nacionalsocialismo. La libertad la queremos como
usted, sólo que con otros medios, con medios que guíen hacia la
meta final. La solidaridad internacional es su programa; la solidaridad de la
nación, la comunidad popular, el nuestro...
Se debe luchar por el futuro. Usted y yo, luchamos el uno contra el otro, sin
que seamos verdaderos enemigos; en ello disponemos nuestras fuerzas y no
llegamos nunca a la meta. Quizás el último apuro nos una.
¡Quizás!
¡No menee la cabeza! De esta cuestión trata el futuro de
Alemania, y más aún, el futuro de Europa. El nuevo Estado o la
Decadencia de Occidente, ambos están en nuestras manos.
Nosotros, los jóvenes, usted y yo, somos los soportadores del destino
de generaciones. ¡No lo olvide nunca! ¡Le saludo!
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